En términos generales, la coeducación se ha centrado en la visibilización del conocimiento de las mujeres en el currículo y la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Últimamente, sin embargo, con el nacimiento de grupos y asociaciones de hombres por la igualdad y una mayor sensibilidad política, se está haciendo hincapié en la necesidad de incluir a los hombres y los chicos en la coeducación.
En el documento aprobado en la 48ª sesión de la Comisión de la Situación de las Mujeres de las Naciones Unidas, de Marzo de 2004, los gobiernos participantes acordaron una serie de medidas para incluir a los hombres y los chicos en la consecución de la igualdad de género.
Entre otros, la educación, tanto formal como informal (lo que llamamos “educación en el ocio”), es uno de los ámbitos clave para la transformación de las masculinidades y para avanzar hacia la igualdad. Se recomienda el trabajo de revisión de los roles y estereotipos de género, especialmente con los chicos pero también con el profesorado y la prevención de la violencia y la homofobia.
La escuela, aunque es una de las instituciones más igualitarias, también es una transmisora del sexismo de nuestra sociedad. Mucho de los contenidos y valores que se enseñan, así como la forma de hacerlo contribuyen a consolidar la discriminación sexista y la hegemonía del paradigma masculino, mediante la interiorización de unas pautas de conducta que ocultan el valor de las expresiones y las aportaciones femeninas y de las masculinidades alternativas en el curriculum. Asimismo la escuela valora más la competencia, la agresividad, el deseo de destacar, la indiferencia ante las dificultades o los problemas de los compañeros/as. Por el contrario, las actitudes de cuidado, más vinculadas al paradigma femenino, están más devaluadas.
Persiste también cierta confusión entre el profesorado y las administraciones educativas cuando se habla de coeducación como un eje vertebral de la formación del alumnado. Se cree que es un tema del pasado que está superado cuando de manera generalizada se instaura la escuela mixta con un currículo unificado. La identificación entre escuela mixta y coeducación hace que gran parte del profesorado y de las personas dedicadas a la pedagogía manifiesten su convencimiento de que no hay sexismo en la enseñanza: la coexistencia de chicas y chicos en los mismos centros, donde reciben unos mismos contenidos sin diferenciación, parece garantizar una igualdad entre los dos sexos. La coeducación es mucho más que todo eso. Debe ser un proceso intencionado y continuo de intervención que cuestione las formas de conocimiento socialmente dominantes. Implica, por tanto, una profunda reflexión sobre la estructura de la enseñanza: la organización de los centros, las relaciones, la comunicación, los contenidos y materiales curriculares.
Se pretende así superar el sexismo y el androcentrismo y aportar la visión de las mujeres y de las "nuevas" masculinidades.
La experiencia en Catalunya: la formación de formador*s en coeducación.
En este contexto, el Departament d’Ensenyament de la Generalitat de Catalunya promovió una formación sobre masculinidades dirigida al profesorado de infantil, primaria y secundaria. La formación fue impartida por Paco Abril, de la Asociación Homes Igualitaris (Ahige Catalunya). Realizamos dos sesiones de tres horas cada una a 30 profesores y profesoras de toda Catalunya. El objetivo de las sesiones era sensibilizar y dar herramientas para trabajar la igualdad en el aula, especialmente para trabajar con niños y chicos. Mostramos dinámicas sociométricas y visualizaciones guiadas que invitaron a los y las participantes a reflexionar sobre la construcción y los mandatos de género en el ámbito biográfico y personal, y propiciar también el análisis de cómo estos mandatos configuran una estructura social que se sustenta en la desigualdad de género. Conectábamos así la teoría con la experiencia propia, incitando a la transformación y cambio hacia la igualdad.
En la experiencia de estas intervenciones destacamos la necesidad del trabajo con las chicas hacia el empoderamiento y la asertividad. Mientras que con los chicos, que tienen más arraigados los estereotipos sexistas y también suelen ser los protagonistas de las conductas disruptivas, la violencia, la homofobia y el "fracaso escolar", es necesaria hacer con ellos una revisión crítica de los mandatos de la masculinidad y la conexión con las emociones. Los mandatos de género que suelen suscribir los chicos niega toda conexión con las emociones. Aprenden a ocultarlas y suelen no saber gestionar sus frustraciones, convirtiéndose en ira y rabia. Asimismo una parte de la construcción de la identidad de los chicos pasa por la negación de todo lo asociado a la feminidad tradicional: debilidad, sumisión, emocionabilidad, etc.
Por eso es importante "compensar" a los chicos con un trabajo de conexión emocional con perspectiva de género. Así, la educación emocional debe ser un proceso educativo, continuo y permanente, que pretende potenciar el desarrollo de las competencias emocionales como elemento esencial del desarrollo integral de la persona, a fin de capacitarlo para la vida. Todo esto tiene como finalidad aumentar el bienestar personal y social. De esta manera, la educación emocional es una forma de prevención primaria. Se entienden como tal la adquisición de competencias que se pueden aplicar a diferentes situaciones: prevención de la violencia, de la homofobia, de las conductas disruptivas y, por tanto, del fracaso escolar.
Desde esta perspectiva, la coeducación puede propiciar un viraje de la masculinidad tradicional y hegemónica a un tipo de masculinidad más emocional, igualitaria, sostenible y saludable. |